jueves, 6 de diciembre de 2012

Chile: ¿el mejor país para vivir pero el peor para educarse?

  •     Según investigaciones realizadas por el semanario británico The Economist, el país ocuparía el lugar número 23 en la calidad de vida, pero el  33 en lo que a su sistema educacional se refiere.



Por Erika Allendes R.

   ¿Es Chile el jaguar de Latinoamérica? De seguro muchos se lo preguntarán  más aún tras la publicación de dos estudios internacionales. En el primero -con la finalidad de elaborar un listado con los mejores países para vivir en 2013- Chile ocupa el lugar n° 23 y es el  mejor evaluado de Latinoamérica.

   Las investigaciones  fueron realizadas por la unidad de inteligencia del semanario británico The Economist, cuyos resultados se conocieron esta semana. Los parámetros considerados fueron el nivel de felicidad de los ciudadanos, el salario promedio, el desempleo, la confianza en las instituciones públicas, la inseguridad y la salud y que a nivel mundial encabezó Suiza.  Chile  superó a Inglaterra y Francia que ocuparon los puestos números 26 y 27 respectivamente.

   El segundo estudio apuntó a la educación. El objetivo fue medir el éxito de los sistemas educacionales en el mundo sobre la base de dos categorías: habilidades cognitivas  -a través del Program for International Student Assessment (Pisa) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde)-  que cada 3 ó 4 años mide áreas de conocimiento como las matemáticas, ciencias y lenguaje. La segunda categoría apuntó a logros educativos como el número de graduados entre  2006-2010 y la tasa de alfabetización.


    
  Lo paradójico  es que  el país logró posicionarse como “el mejor en Latinoamérica para nacer en  el 2013”, pero no  figuró entre aquellos con la mejor educación aún cuando también lidera en Latinoamérica.

¿Un poderoso de la economía?

  En términos macroeconómicos, Chile está bien en su nivel de deudas, gasto, inversión, importaciones y exportaciones, precisó el economista de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Daniel Stuckrath Villegas. “Esta es la casa bonita que por fuera se ve espectacular, pero cuando entras ves todas las pifias. En este estudio se consideraba el nivel de felicidad, pero ¿cómo  comparas eso? si hace un mes una encuesta decía que el 70% de los chilenos se sentía explotado laboralmente y el 60% quería cambiarse de trabajo ¿cómo  puedes decir que la gente es feliz?”, arguye.

    Estas cuestiones –dice- deben verse como un logro, porque se está avanzando, pero hay muchos temas pendientes aún como educación, salud, vivienda y distribución del ingreso.

   Y enfatiza: “Se debe mejorar la distribución del ingreso de manera que personas con capacidades similares puedan competir independiente de su origen; eso es lo que hoy en día no ocurre. Chile no es el mejor ni el peor del mundo, pero ahora como el hombre vive de ranking, inventan sondeos para compararse. Hay que tomar estos estudios con prudencia, porque no sacamos nada con decir “somos el número 1 de Latinoamérica”, porque hay cosas que solucionar: corregir lo malo y reforzar lo bueno”.

En el aula

   La educación ha estado en boga desde la revolución pingüina en 2007, cuando -durante el gobierno de Michele Bachelet- se levantaron los secundarios en contra del sistema educacional chileno. La reforma a la educación se plantea desde esa época. Y es que no cabe duda que las diferencias  entre un colegio pagado y uno municipal son abismantes.  
   Así lo comprueba a diario Carlos  Quiroga Guajardo, profesor de música del Liceo Evangélico de Hualpén. “La desigualdad que existe en nuestro país es el gran problema de la educación. Las diferencias económicas se reflejan también en nuestras aulas; hay alumnos con las mismas condiciones físicas y psicológicas que reciben educaciones muy diferentes sólo por su realidad socio económico y esto aumenta  la brecha entre ricos y pobres. Mientras este problema no se solucione social ni educativamente, no podremos hablar de una educación de calidad”.

    El economista Stuckrath coincide con Quiroga al explicar que el conflicto por la educación explotó porque estaba reprimida y los estudiantes aburridos de promesas.  “A lo mejor Chile es el mejor lugar para nacer, pero no el mejor  para desarrollarte”, expresa.

   Y agrega “una persona con un nivel socioeconómico alto y otra de uno bajo no pueden competir. Hay muchos estudios que demuestran eso. Si a niños de 7 años les piden que dibujen un edificio, los del sector socioeconómico más bajo harán un edificio de cuatro pisos y el de nivel económico alto, un rascacielos. Están acostumbrados a cosas distintas, diferencia que después se acentúa.  La mayor parte de los recursos se están inyectando a nivel pre infantil, porque desde ahí parten los problemas”.

   Por su parte, Quiroga cree que la educación es una materia muy compleja de medir.  “¿Quién está más educado que otro? ¿Cómo es posible medir el aprendizaje de una persona? Hemos ideado un método de calificaciones pero en general no es muy certero. La evaluación no es sinónimo de aprendizaje”, precisa.

Desde la sociología

  Según el sociólogo de la U. de Concepción, José Ortega Silva, estos estudios son generales y no deben considerarse  como un dato estático ni único, pues las realidades en Chile distan mucho una de las otras: “La forma en cómo se realiza una clase en Huechuraba no es la misma que se imparte en Cabrero”, dice, a modo de ejemplo.

-Entonces, si  según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2011, realizado por la ONU, Chile es el país de la región que mejor nivel de vida tiene, ¿qué factores sociológicos influirían en las constantes protestas que se realizan en el país?

-Muy buena pregunta. El nivel de vida chileno -en general- ha mejorado considerablemente desde el retorno de la democracia, eso lo demuestran diferentes estudios locales e internacionales. El problema radica en que esta mejora se sustenta básicamente en  el aumento del poder adquisitivo y no en una ampliación de los derechos de la sociedad. Es decir, si yo quiero una mejor atención en el sistema de salud, debo  recurrir al sistema privado, y si quiero mejorar mi educación, debo necesariamente adquirir una carrera universitaria.


    Para Ortega no es extraño que en un ranking Chile obtenga una buena posición y en otro, de los peores pues se están midiendo variables distintas. “Hay una focalización en ciertas variables. En el listado de los sistemas educacionales, la información se centra en el rendimiento según las evaluaciones Pisa y en la cobertura del sistema educativo. Justamente son dos variables que el sistema educativo chileno no ha potenciado en el último tiempo”, precisa.