- *La fiesta celebrada el pasado 31 de octubre pone a prueba la creatividad de grandes y pequeños. Innovar es lo que se busca detrás de cada disfraz elegido por los niños.
No estamos en New York donde se realiza un desfile anual de Halloween al cual acuden 2 millones de personas. Estamos en San Fernando, donde cerca de 50 niños caminan disfrazados por las calles de la villa Jardines del Sur en busca de golosinas. Aunque hay miles de kilómetros de distancia, la emoción que genera en los niños y pre adolescentes este día, es la misma que en Estados Unidos.
Alrededor de las 19 horas del lunes, caminaban familias completas y grupos de niños por las calles de la ciudad, expectantes ante la respuesta que les darían al gritar “Dulce o travesura”. En uno de los pasajes se escucha un grupo de cinco chicos que grita a coro: “Sabemos que están escondidos, queremos nuestros dulces”. En instantes aparece una señora con un canasto de mimbre repleto de frugeles para regalar.
Cenicientas, gasparínes, vaqueros, piratas, vampiros, calabazas y zombies se pasean por las casas adornadas con arañas, serpentinas y luces de color naranjo y negro, ad hoc a la celebración. Las personas, algunas usando sombreros de brujos, los esperan en las rejas de sus casas para darles caramelos.
Se escuchan gritos de felicidad de los más pequeños, quienes dicen que por primera vez participan de este festejo y apenas pueden pronunciar la palabra “travesura”. Unos padres se pasean orgullosos con un pequeño pirata que se encuentra en busca de tesoros dulces.
Para los niños la noche de brujas comenzó hace un par de semanas, cuando empezaron pensar qué disfraz usar. La celebración de halloween se instauró en nuestro país hace varios años y causa gran expectación en los niños a quienes les encanta disfrazarse ¡y más aún que les regalen dulces!
Drácula, Gasparín y Freddy Krueger
“Sigamos a esos niños, en esa casa están dando hartos dulces”, les dice Matías Moreno a sus amigos. Tiene 11 años de edad, se disfrazó de vampiro y muestra orgulloso su capa de Drácula. “Hasta me pinté la cara blanca, ves que los vampiros se colocan así por el frío”, comenta para explicar el porqué luce tan pálido. A su lado van Freddye Krueger y Gasparín, este utiliza una máscara que le tapa los ojos y constantemente grita, “¡espérenme que no veo nada!”.
Sus calabazas están casi llenas, no obstante deciden seguir en busca de dulces. Pero no son los únicos, ya los otros también lo hacen y corren cuando ven que en una casa se juntan muchas personas. Eso significa que ahí hay dulces.
Alrededor de las 22 horas el cansancio se refleja en los rostros de los niños. La cantidad de personas que a esa hora recorre las calles de San Fernando, disminuye. Los gritos y risas se escuchan cada vez más lejos. Todo indica que por este año, la celebración de la noche de brujas ha terminado.
Drácula, Freddye y Gasparín deciden regresar a sus casas. Durante el camino comentan lo bien que lo pasan y la gran cantidad de caramelos que tienen. Al llegar a la esquina de su cuadra, una abuela los espera para entregarles el último dulce de la noche a cada uno.