* “En un principio me sentí culpable, pero cuando discutíamos
y me faltaba el respeto, pensaba: cómo mereces aquello”, dice Carla Guadagnino
Delvecchio, (23) estudiante de Educación Parvularia.
“Amor
de mis amores/ vida mía que me hiciste que no puedo consolarme sin poderte contemplar/ ya que pagaste
mal a mi cariño tan sincero/ lo que
conseguirás es que no te nombre nunca más…”
dice una de las canciones “estrellas” en los karaokes, porque tanto hombres como
mujeres le han cantado al desamor. Motivos sobran, pero el principal es la
infidelidad. Y las chilenas llevan la delantera.
Así lo demuestra un estudio que publica la
página web www.separadosdechile.cl, elaborado
entre 2004 y 2010, que revela que un 66%
de los 122 mil encuestados dijo que se separó porque le fueron infieles. Lo
llamativo de este dato es que un 61% de los infieles fueron mujeres pues se
sentían insatisfechas sexualmente.
Según una encuesta realizada en junio de
2011 por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca,
un 50,4 % de un total de 450 mujeres entrevistadas, confesó haber sido infiel
alguna vez y según el sondeo aplicado por el sitio de citas estadounidense, The Ohhtel, el 77% de los hombres
chilenos confesó que sería infiel si tuviera la seguridad de que no sería
descubierto. Lo mismo admitió un 55% de las encuestadas.
“Fui la más descarada”
Alejandra, aún recuerda su fiesta de cumpleaños número 18 y
no sólo por ser una ocasión especial, si no porque durante la celebración le fue a infiel a
Thomas, su ex pololo.
La pareja se conoció cuando tenían 15 años,
pero terminaron porque él le fue infiel en varias ocasiones. Tres años más
tarde se reencontraron e intentaron seguir con su relación. “En esa época yo
iba al preuniversitario y – a pesar de
tener pololo- me sentí atraída por Francisco, un compañero. Mi pololo sospechaba
porque uno de sus amigos nos vio tomando café afuera del preú y se lo comentó”.
Alejandra recuerda que en la fiesta, mientras
su pololo compartía con sus amigos, ella bailó con su nuevo pretendiente. “En
ese momento le dije que si me pedía que dejara a mi pololo, yo lo haría y él me
dijo: “¡Déjalo!”. Luego de eso nos besamos, pero uno de los amigos de mi pololo
nos vio y salió corriendo con el chisme”, cuenta.
“Al rato después mi pololo me dice: “Ale,
tenemos que hablar y yo le dije que sí. Sé que fui una descarada -prácticamente
lo engañé en sus narices- pero sentí que me las había pagado todas, porque
cuando pololeamos por primera vez, yo estaba muy enamorada y sufrí mucho cuando
él me engañó. Ahora, cuando me lo topo en la calle, me da un poco de risa la
situación”, relata.
“No
me arrepiento de haber sido infiel”
Marco Valdés Valdés (27) dice que no se
arrepiente de haber sido infiel. “Según mi filosofía de vida, tengo que experimentar todo ahora que
soy soltero porque en el caso que mi polola se entere, sólo será una pérdida
menor. En cambio, si tienes esposa e hijos, pierdes una familia”, dice.
Marco ha sido infiel en muchas ocasiones,
pero una de los episodios que más recuerda ocurrió hace 10 años, cuando
pololeaba con Claudia. “En una de las tantas salidas con mis amigos, conocí a
la hermana menor de mi polola; con el
tiempo nos acercamos y comenzamos a salir. Un día ella me comentó que estaba
soltera y quería tener un affaire con cualquier persona. Entonces le dije: “Yo
soy cualquier persona”, pero me respondió que no porque era el pololo de su
hermana”, evoca.
A la semana siguiente, sin embargo, comenzó a
salir también con la hermana de su entonces polola quien nunca se enteró de lo
que ocurría. “Mi polola no sospechaba de su hermana y menos de mí. Yo tenía
cara de niño bueno, pero no lo era. Y la hermana tenía cara de buena hermana,
pero tampoco era una buena hermana”, cuenta.
Confiesa que lo peor de ser infiel es la
mala fama que se adquiere, ya que hay mujeres que antes de comenzar una
relación, se dan el tiempo de averiguar el comportamiento del pretendiente. “Yo sí recomiendo ser infiel (ríe), porque la vida es una sola y hay que
disfrutarla mientras se pueda. Yo no desconfío
de mis parejas, porque soy súper light en esos temas y no porque yo me
mande esos condoros, ellas también
deberían hacerlos”, explica.
Y agrega que ocultar una infidelidad no es
tan difícil y técnicas para no ser sorprendidos hay varias, tales como
llamarlas a las dos por el mismo nombre y en lo posible regalarles a ambas el
mismo perfume. Pero lo fundamental, dice, es no cambiar el estilo de vida tan
rápido. O sea “si eres una persona que no sale frecuentemente con amigos y de
un día para lo otro lo haces a diario, obviamente tu polola va a sospechar y te
va a pillar. Y para cuando eso pase, también hay varias técnicas como hacerse
la víctima y pase lo que pase tratar de que ella se culpe a sí misma, o sea,
darle a entender que tú la engañaste por falencias de ella. Y al final, casi
siempre te perdonan”.
“Cómo
mereces aquello”
Cuando Carla Guadagnino Delvecchio (23),
estudiante de Educación Parvularia de la Universidad Los Leones, en Santiago,
tenía 17 años le fue infiel a su entonces pololo. “Llevaba un par de meses
pololeando y no fueron los mejores porque no me dejaba ver a mis amigos ni
hablar con ellos. Como él trabajaba de
noche, un día le inventé que me dormiría temprano, pero salí con mis amigos ¡Lo
pasamos tan bien!, que me sentí viva de nuevo. Todo era como antes”, explica.
A esa fiesta también fue uno de sus ex
pololos, con quien duró poco tiempo pero disfrutó mucho esa relación.
“Comenzamos a hablar y luego bailamos; después de eso nos besamos
alocadamente”, recuerda.
Al día siguiente, cuando volvió a ver a su
pareja se sentía pésimo. Él era cariñoso y ella se sentía culpable porque consideraba
que se había portado muy mal. “Estuvimos juntos por seis años y nunca supo que
lo engañé, aunque ganas no me faltaron de enrostrárselo cuando me enteré de que
él también lo había hecho. En un principio me sentí culpable, pero cuando discutíamos
y me faltaba el respeto pensaba: cómo mereces aquello”.
Carla dice que lo peor de ser infiel es
vivir con el miedo constante de también ser engañada y lo mejor de engañar, es
que se vive el momento sin pensar en las consecuencias. Y agrega: “Cuando supe
que él me engañó, sentí que era lo peor que me pasaba en la vida, duele cuando
a uno también se lo hacen, pero es difícil no ser infiel”.