- Según
investigaciones realizadas por el semanario británico The Economist, el país
ocuparía el lugar número 23 en la calidad de vida, pero el 33 en lo que a su sistema educacional se
refiere.
Por Erika Allendes R.
¿Es
Chile el jaguar de Latinoamérica? De seguro muchos se lo preguntarán más aún tras la publicación de dos estudios internacionales.
En el primero -con la finalidad de elaborar un listado con los mejores países
para vivir en 2013- Chile ocupa el lugar n° 23 y es el mejor evaluado de Latinoamérica.
Las investigaciones fueron realizadas
por la unidad de inteligencia del semanario británico The Economist, cuyos
resultados se conocieron esta semana. Los parámetros considerados fueron el
nivel de felicidad de los ciudadanos, el salario promedio, el desempleo, la
confianza en las instituciones públicas, la inseguridad y la salud y que a
nivel mundial encabezó Suiza. Chile superó a Inglaterra y Francia que ocuparon los
puestos números 26 y 27 respectivamente.
El segundo estudio apuntó a la
educación. El objetivo fue medir el éxito de los sistemas educacionales en el
mundo sobre la base de dos categorías: habilidades cognitivas -a través del Program for International
Student Assessment (Pisa) de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (Ocde)- que cada 3
ó 4 años mide áreas de conocimiento como las matemáticas, ciencias y lenguaje.
La segunda categoría apuntó a logros educativos como el número de graduados
entre 2006-2010 y la tasa de
alfabetización.
Lo paradójico
es que
el país logró posicionarse como “el mejor en Latinoamérica para nacer en
el 2013”, pero no figuró entre aquellos con la mejor educación aún
cuando también lidera en Latinoamérica.
¿Un
poderoso de la economía?
En términos macroeconómicos, Chile está bien
en su nivel de deudas, gasto, inversión, importaciones y exportaciones, precisó
el economista de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Daniel
Stuckrath Villegas. “Esta es la casa bonita que por fuera se ve espectacular,
pero cuando entras ves todas las pifias. En este estudio se consideraba el
nivel de felicidad, pero ¿cómo comparas
eso? si hace un mes una encuesta decía que el 70% de los chilenos se sentía
explotado laboralmente y el 60% quería cambiarse de trabajo ¿cómo puedes decir que la gente es feliz?”, arguye.
Estas cuestiones –dice- deben verse como un
logro, porque se está avanzando, pero hay muchos temas pendientes aún como
educación, salud, vivienda y distribución del ingreso.
Y enfatiza: “Se debe mejorar la distribución
del ingreso de manera que personas con capacidades similares puedan competir independiente
de su origen; eso es lo que hoy en día no ocurre. Chile no es el mejor ni el peor
del mundo, pero ahora como el hombre vive de ranking, inventan sondeos para
compararse. Hay que tomar estos estudios con prudencia, porque no sacamos nada
con decir “somos el número 1 de Latinoamérica”, porque hay cosas que
solucionar: corregir lo malo y reforzar lo bueno”.
En
el aula
La educación ha estado en boga desde la
revolución pingüina en 2007, cuando -durante el gobierno de Michele Bachelet-
se levantaron los secundarios en contra del sistema educacional chileno. La
reforma a la educación se plantea desde esa época. Y es que no cabe duda que
las diferencias entre un colegio pagado
y uno municipal son abismantes.
Así lo comprueba a diario Carlos Quiroga Guajardo, profesor de música del
Liceo Evangélico de Hualpén. “La desigualdad que existe en nuestro país es el
gran problema de la educación. Las diferencias económicas se reflejan también
en nuestras aulas; hay alumnos con las mismas condiciones físicas y
psicológicas que reciben educaciones muy diferentes sólo por su realidad socio económico
y esto aumenta la brecha entre ricos y
pobres. Mientras este problema no se solucione social ni educativamente, no
podremos hablar de una educación de calidad”.
El
economista Stuckrath coincide con Quiroga al explicar que el conflicto por la
educación explotó porque estaba reprimida y los estudiantes aburridos de
promesas. “A lo mejor Chile es el mejor
lugar para nacer, pero no el mejor para
desarrollarte”, expresa.
Y agrega “una persona con un nivel
socioeconómico alto y otra de uno bajo no pueden competir. Hay muchos estudios
que demuestran eso. Si a niños de 7 años les piden que dibujen un edificio, los
del sector socioeconómico más bajo harán un edificio de cuatro pisos y el de nivel
económico alto, un rascacielos. Están acostumbrados a cosas distintas,
diferencia que después se acentúa. La mayor
parte de los recursos se están inyectando a nivel pre infantil, porque desde
ahí parten los problemas”.
Por su parte, Quiroga cree que la educación
es una materia muy compleja de medir. “¿Quién
está más educado que otro? ¿Cómo es posible medir el aprendizaje de una persona?
Hemos ideado un método de calificaciones pero en general no es muy certero. La
evaluación no es sinónimo de aprendizaje”, precisa.
Desde
la sociología
Según el
sociólogo de la U. de Concepción, José Ortega Silva, estos estudios son
generales y no deben considerarse como
un dato estático ni único, pues las realidades en Chile distan mucho una de las
otras: “La forma en cómo se realiza una clase en Huechuraba no es la misma que
se imparte en Cabrero”, dice, a modo de ejemplo.
-Entonces,
si según el Índice de Desarrollo Humano
(IDH) 2011, realizado por la ONU, Chile es el país de la región que mejor nivel
de vida tiene, ¿qué factores sociológicos influirían en las constantes
protestas que se realizan en el país?
-Muy buena pregunta. El nivel
de vida chileno -en general- ha mejorado considerablemente desde el retorno de
la democracia, eso lo demuestran diferentes estudios locales e internacionales.
El problema radica en que esta mejora se sustenta básicamente en el aumento del poder adquisitivo y no en una
ampliación de los derechos de la sociedad. Es decir, si yo quiero una mejor
atención en el sistema de salud, debo
recurrir al sistema privado, y si quiero mejorar mi educación, debo
necesariamente adquirir una carrera universitaria.
Para Ortega no es extraño que en un ranking
Chile obtenga una buena posición y en otro, de los peores pues se están
midiendo variables distintas. “Hay una focalización en ciertas variables. En el
listado de los sistemas educacionales, la información se centra en el
rendimiento según las evaluaciones Pisa y en la cobertura del sistema
educativo. Justamente son dos variables que el sistema educativo chileno no ha potenciado
en el último tiempo”, precisa.
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