- Atrás queda el terremoto, pero las lecciones que este dejó siguen presentes. Tanto así, que la región del Bíobío es la elegida para realizar un entrenamiento internacional, que tiene por objeto enseñar técnicas de búsqueda y rescate de víctimas.
Por Erika Allendes Rojas
No
es un día cualquiera en el Puerto de Talcahuano. Son las 23. 00 horas del
viernes 22 de marzo y corre un viento frío que anuncia que de verano poco queda. En la denominada zona cero del 27-F se
observa un ajetreo inusual, pues 150 personas descienden de buses para dar
inicio al primer curso internacional de emergencias y catástrofes, que dictará
en nuestro país la Brigada Internacional Tlatelolco Azteca (Birta).
Ellos tienen la tarea de entrenar en dos días a miembros del Cuerpo de
Carabineros, Bomberos, Fuerzas Armadas, enfermeras, prevencioncitas de riesgo, distintos
brigadistas e incluso, algunos civiles. El objetivo es que estos representantes
de distintas entidades, aprendan técnicas de rescate y recuperación de cuerpos,
materia en la que Chile aún está deficiente.
Todo
comienza el viernes con una jornada de charlas dictadas en la Universidad
Andrés Bello, donde los participantes pudieron escuchar parte de las
experiencias de Los Topos, quienes son conocidos por recorrer el mundo
prestando su ayuda y conocimiento ante eventos naturales.
¿Qué
es ser un topo?, se preguntarán muchos. En palabras de Héctor Méndez,
Presidente de la Brigada Tlatelolco Azteca, un topo es ser gente de honor, de
palabra, solidaria y que acepta el mundo en una sola familia, donde no hay
razas, credos ni políticas. “Nosotros como miembros de esta familia corremos en
auxilio de los más necesitados”, resume Héctor Méndez.
Este
grupo de origen mexicano ha echado raíces en países tan diversos como Turquía, Italia, Venezuela, Indonesia, Alemania, Argentina, Francia, Estados Unidos, Bolivia,
El Salvador, España, Perú y Chile. Cuentan
actualmente con 67 miembros.
Debido
a que han participado en rescates en edificios colapsados, tornados, huracanes,terremotos y tsunamis, su equipo se
encuentra conformado por personas capacitadas para responder a diversas dificultades. Por ejemplo, cuentan con un
médico preparado para atender a las personas en el lugar de la tragedia, e
instructores caninos que junto a sus perros, colaboran en la búsqueda de
personas.
Francisco
Olejnik Vera es integrante de la Brigada y encargado de Logística de la Organización No
Gubernamental k9 Ezeiza, Argentina. “Nuestra institución se especializa
en la localización de personas que han sido víctimas de un evento natural o
tecnológico. En esta oportunidad, somos invitados por Los Topos de Tlatelolco
azteca, porque trabajamos en conjunto”, dice
Francisco.
Y
agrega, “lo que más me gusta de mi
trabajo es poder tener la posibilidad de relacionarme con gente de distintos lugares
y tratar de colaborar con ayuda comunitaria a las personas. También me gusta tener
la oportunidad de mostrar el trabajo que hacemos durante las 24 horas del día en
la unidad canina”.
Francisco
Mora Vázquez, también forma parte del equipo. En su vida diaria es médico y
psicoterapeuta en adicciones, pero con Los Topos, se dedica a la medicina en
desastres. Debe encargarse desde la
atención de sus compañeros para que puedan trabajar adecuadamente hasta atender
a las víctimas en el lugar de la tragedia.
“Yo
tengo que entrar al terremoto, a la estructura colapsada y atender al paciente
ahí. La labor del médico en desastres es muy peligrosa, por eso pocos médicos
hacen esto. Desde muy joven fui socorrista y me di cuenta que pocos médicos
realizan esta labor; es más, muchos estudian sólo para ganar dinero. Yo decidí
estudiar medicina para ayudar a las personas y por eso me dedico a esto. Es
peligroso, pero me deja una gran satisfacción”, dice Francisco Mora.
El entranamiento
La jornada de preparación física comienza alrededor de las 21.00 horas del viernes,
ahí estaban apostados todos los participantes en el estacionamiento de la
Universidad Andrés Bello. Esperan recibir las instrucciones del coordinador
para Sudamérica de los Topos, Francisco Lermanda Morales.
Esa
misma noche los alumnos fueron trasladados en buses al Puerto de Talcahuano, lugar
donde armaron su campamento. La mañana del sábado comienza alrededor de las 10
horas, con ejercicios físicos, para luego continuar con un trabajo dividido
en 6 estaciones: apuntalamiento y fortificación de estructuras colapsadas,
rescate vertical, evacuación de víctimas en altura, búsqueda y rescate y técnicas
de tope. Además, también está marcaje y
potabilización de agua para los propios participante de la jornada.
Se
prevé, que el paso por las estaciones finalizará como a las 21 horas. De ahí, viene toda una línea de ejercicios
prácticos nocturnos, donde aplicarían el trabajo aprendido durante el día.
“Todos
nuestros rescates son distintos. Si nosotros vamos a Irán, ese rescate será
distinto a uno en Nueva Zelanda o Japón. Debemos cambiarle los escenarios y
estructuras, porque todas esas técnicas van variando y le van generando una
experiencia importante al rescatista. Los preparamos para eventos, situaciones
y escenarios distintos”, explica Francisco Lermanda.
Y
agrega, “cuando nuestro equipo decide sacar estos cursos internacionalmente yo
estaba en la reunión y dije de inmediato… Chile. Incluso, se planea realizar
este curso en Francia, Argentina, Turquía y Nueva Zelanda. Esto demuestra el
valor que tiene, el bagaje de nuestra brigada. Es un verdadero lujo que se genere
en Chile”.
Las Protagonistas
Con
tierra en su rostro se observa a Marisol Silva Dall’Orso, enfermera reanimadora
del Samu de Talcahuano. A pesar de su notorio cansancio, con entusiasmo grita
consejos a sus compañeros para que terminen un ejercicio grupal. Están todo su
grupo sentado en el piso, uno tras otro y muy apegados. “Vamos …vamos”, dice
Marisol.
“Aquí
estamos todas las instituciones intentando conocer nuestras debilidades y
fortalezas, por eso es súper importante este tipo de cursos, necesitamos ver en
qué somos más fuertes o débiles. Es súper importante trabajar en conjunto, no
interrumpirnos, no molestarnos, si no
que todo tenga el mismo fin”, evoca Marisol.
Hace
15 años trabaja como enfermera en el
Samu de Talcahuano. “Me ha gustado mucho la mística de este equipo, de los
instructores y de los compañeros, esta es otra forma de conocerse”, asevera.
También
llama la atención Mónica Molina Ravanal, docente de psicología de la emergencia
en Universidad de las Américas y sobreviviente del colapsado Edificio Alto Río.
Ella cree que a este curso le aporta
valor el que sea una capacitación internacional, porque ayuda a actualizar los
conocimientos de los bomberos. Permite además, reconocer los estándares que deben ser comunes en este tipo de trabajo
y sensibiliza a la comunidad, respecto de la labor que los rescatistas realizan.
“Yo
vivía en el piso número 11 del edificio Alto Río, me desperté por el movimiento
telúrico y bueno, siempre estuve consciente percibiendo lo que ocurría con la
caída. Estuve toda la noche ahí, hasta las 8 de la mañana que fue cuando me
sacó un bombero”, recuerda Mónica.
Considera
que a pesar de que la capacitación es fundamental, también importa el corazón y
la entrega que se coloca en esta labor. “Los bomberos y rescatistas arriesgan
su vida por las personas que están atrapadas. Y si ellos, incluso, no
estuvieran dispuestos a arriesgar su vida, qué sería de la comunidad cuando ocurran
este tipo de emergencias”, afirma.