Comenzó la gran batalla, esa en la cual siento los constantes gritos de mi madre diciendo " Erika arregla tus maletas" "Si se te queda algo no te lo mandaré" "Todo los dejas para última hora"
La verdad, es un verdadero campo de batalla cuando debemos irnos a Concepción, las cosas tiradas en todos lados, lo peor es que tu closet pasa a ser la maleta, tu pieza, ya no es tu pieza, siempre encuentras algo cambiado y no como precisamente lo dejé antes de irme. Hay que reconocerlo, soy una visita en mi casa.
Viajes express con gusto a poco, son el tinte recurrente cuando comienza un nuevo año universitario. Sentimientos encontrados -me quiero ir, luego me quiero quedar- es tan difícil ser dura cuando puedes quedarte en casa, sentada al lado de la chimenea, regaloneando en familia y viendo televisión durante un día de invierno. Pero no! hay que ser responsable. Aveces me pregunto ¿quién invento esa palabra? nunca puedo rebelarme contra ella, esta en mi mente como un mosquito revoloteandome.
El bus llegará a las 15:30 y debo tomarlo en carretera porque, mi ciudad es tan importante, que no conviene entrar al terminal. Mi mamá, con lo ansiosa que es, hace que salgamos de la casa como a las 14:30 y corriendo porque vamos atrasadas-según ella- llegamos al paradero y durante 1 hora con 15 minutos debo soportar esos olores afrodisíacos que salen desde aquella estructura de lata.
4 horas y media de viaje, aveces 5, y hasta 6 horas, he tenido que soportar en el bus, son un martirio, siempre hay malos olores, el caballero de adelante echa todo su asiento para atrás, me deja aplastada, y el de atrás me quita la cortina, me llega todo el sol. La señora del frente, lleva un bebé en sus brazos, el cual no para de llorar, y ella de gritar. Para colmo, el bus era "casi directo" sólo pasará a Curico, según la amable vendedora, pero no es así, para en todos lados.
Con mi hermana llegamos cansadas, lo único que deseamos es llegar luego a destino, y quedan las tres últimas batallas. Debemos ir en busca del equipaje, está el caos, todos se lanzan arriba de los auxiliares exigiendo sus maletas. Por fin, luego de una incansable lucha, tenemos las dos maletas, la caja de verduras, la de mercadería, la bandeja de huevos y la infaltable "plantita" que mamá nos regaló para adornar el departamento. Es hora de tomar micro, el subir a ella es una osadía y más cuando obstruyes el paso de los pasajeros con esa torre de cosas en el pasillo, el señor micrero mira con cara de "amabilidad" el desorden que tengo.
Logramos llegar a la entrada del edificio y sólo queda subir las 6 escaleras que nos separan de nuestro hogar. Se hacen eternas, cuando voy en la mitad de ellas, me imagino sentada descansando después de un eterno día de viaje. Por fin llegamos y es hora de ordenar las cosas, al otro día tenemos clases, lo que menos tendremos es tiempo de ordenar todo.
La vida del estudiante no es fácil, es por eso que sólo queda hacerla divertida. Muchas veces he perdido una de estas batallas, pero sé que quedan muchas más.
Gajes del oficio, parte de la vida del "estudiante".
No hay comentarios:
Publicar un comentario